Desprestigiada y devaluada, en pleno ocaso del imperio, encontró su salvación en una iniciativa del presidente William Clinton, quien en 1994 propuso las reuniones cumbres con todos los jefes de Estado y Gobierno del hemisferio, cuya organización, conducción y seguimiento confió a la Organización de Estados Americanos, con el fin de rescatarla de la inopia en que había caído.
Tras la IV Cumbre de las Américas (Mar del Plata-2004), donde quedó enterrada el Área de Libre Comercio para las Américas, la OEA recibía otra bofetada que iría a engrosar su nefasto legado. Luego, su silencio frente a la incursión colombiana en Ecuador del 1ro. de marzo del 2008, también la sacudió y como otras tantas veces, el gobierno yanki amparó el hecho, mientras el Grupo de Río respondió por la depauperada y vieja dama, dejándola para siempre sin voz.
Durante la V Cumbre, en Puerto España, Trinidad y Tobago, en abril pasado, la OEA tampoco supo estar a la altura de las circunstancias en los hechos que condujeron a la masacre de campesinos en Pando, Bolivia, en septiembre del 2008. Fue la joven UNASUR la nueva voz vigorosa que vindicó los derechos de los ignorados de siempre. Una vez más calló aquella que el agudo Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, calificara como "Ministerio de Colonias" de Estados Unidos.
Ante una realidad que ya le es ajena, la OEA se vio de frente a la sólida posición de los países de la región por la injusta exclusión de Cuba de la cita trinitaria. Ni ella ni su secretario general, el chileno José Miguel Insulza, pudieron evitar que el cuestionamiento a la política norteamericana hacia la isla fuera el gran protagonista. Insulza, había alertado Fidel, no tenía conciencia de que [...] El tren ha pasado hace rato, y él no se ha enterado todavía¼
Lo ocurrido allí demostró a los estadounidenses (acostumbrados a no aprender de los fracasos) que América Latina y el Caribe vive una realidad bien distinta a la de 1960 y 1962 en la que la región fungía como dócil escenario. La OEA y su portavoz, Insulza, no lo comprendieron, y repitieron la vieja práctica de hablar en nombre del amo: "EE.UU. tiene la voluntad de hablar con ellos (Venezuela y Bolivia). Pero debe ser un diálogo sin condiciones. Muchos de los problemas surgieron porque se elevaron condiciones. Y eso es cierto tanto en el caso de Cuba como con los otros". Así volvía sus pasos sobre lo que ha sido el corazón de la conflictiva relación entre Estados Unidos y la región, Cuba incluida: un diálogo con condiciones impuestas desde Washington.
La OEA impuso la doble moral, la corrupción política y administrativa, hizo ingobernables las democracias, las convirtió en dictaduras y cuando no les sirvieron más, las reconvirtió en democracias más menguadas y lacayunas aún, pues en la nueva era neoliberal, con los capitales oligárquicos transnacionalizados, estas eran parte de un entramado de poder mucho más sofisticado, cuyos hilos no radicaban necesariamente en las Casas de Gobierno o en los Parlamentos, sino en las corporaciones del continente.
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Hace 6 meses
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