domingo, 28 de diciembre de 2008

Cuartel Moncada


La cordillera montañosa de la Sierra Maestra es perfectamente reconocible desde el antiguo Cuartel Moncada, cuya elegante arquitectura es un ejemplo vivo de art decó, a pesar de haber sido, durante muchos años, símbolo de una represión, que empezó a tambalearse después del ataque protagonizado por los jóvenes de la Generación del Centenario liderada por Fidel, el 26 de julio de 1953.

Entonces segunda fortaleza militar del país, el otrora Cuartel Moncada fue edificado en 1859 como prisión con mazmorras en los sótanos y campamento militar en su parte superior. Así surgió el Cuartel Nuevo Presidio, gracias a 300 mil pesos que destinó para ello la Corona española, y luego comenzó a ampliarse con el inicio de las luchas independentistas, en que con el nombre de Reina Mercedes sirvió para el acuartelamiento de las tropas que combatían a los mambises. En sus calabozos estuvieron valerosos patriotas como Guillermón Moncada, Quintín Banderas, Victoriano Garzón y Pedro Agustín Pérez, entre otros.

El 20 de mayo de 1902 se iza por vez primera nuestra enseña nacional en el Regimiento No. 3 de la Guardia Rural, que luego sería nombrado Cuartel Moncada en recordación del general santiaguero, aunque su gloria sería una y otra vez manchada con las torturas y los asesinatos perpetrados allí.

El recinto abarca un área de 60 000 metros cuadrados. En su centro se ubica el cuartel con una estructura de peine acostado, debido a que al lateral posterior del edificio central (mide 180 metros de largo) se unen seis pabellones de 70 metros de largo cada uno. Las gruesas paredes tienen 53 centímetros de espesor, mientras que los muros perimetrales están dotados de aspilleras, y en sus cuatro esquinas presentan sendas garitas en forma de torreones. La hoy Ciudad Escolar 26 de Julio alberga al Museo Histórico 26 de Julio, que cuenta con ocho salas que muestran las luchas del pueblo cubano. Entre los objetos más significativos que se exponen se encuentran un chaleco del Apóstol José Martí y el fusil que llevaba el líder de la Revolución en la Sierra Maestra.

Para quienes visitan el Museo, resultan muy atractivos la maqueta electrónica alusiva a los sucesos del Moncada, así como la réplica del Yate Granma y el mapa lumínico de la ofensiva final del Ejército Rebelde.
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Sitio de interes en Santiago de Cuba


Eran la familia Bravo Ferrer y la señora María Micaela Ibarra y Ortiz, los dueños de los terrenos donde se erigió el cementerio Santa Ifigenia, el cual, desde su apertura, acumula valores innegables que condujeron a que fuera distinguido como Monumento Nacional. En él descansan los restos mortales de hijos célebres de Cuba y el mundo como nuestro Héroe Nacional José Martí y el Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes; de los generales José Maceo, Flor Crombet y Guillermón Moncada; Mariana Grajales, madre de los Maceo; María Cabrales, esposa del Titán de Bronce. También de los reconocidos músicos y compositores Pepe Sánchez y Ñico Saquito.
Como si no bastara, en el Cementerio Santa Ifigenia aparece un grupo de tumbas de valor inestimable dentro del patrimonio cultural y material del país, las cuales son un fiel reflejo de un admirable arte funerario, donde se pueden visualizar sepulcros de las más disímiles tendencias: neoclasicismo, art decó, estilo ecléctico...

Así, por ejemplo, destaca por su singularidad el obelisco dedicado a los Mártires del Virginius —nombre con que se conoce a los patriotas fusilados en esta ciudad en noviembre de 1873, tras el apresamiento por los españoles del vapor en que viajaban para desembarcar en la Isla y unirse a los mambises—; pero el más sobresaliente es el Mausoleo a José Martí y Pérez, que recibió definitivamente al Maestro el 30 de junio de 1951.

La construcción del Mausoleo duró cuatro años y fue responsabilidad del escultor Mario Santí y del arquitecto Jaime Benavent. Las piedras que se emplearon llegaron de dos canteras de La Habana, mientras que los mármoles se enviaron de la finca El Abra.

El monumento muestra seis arcadas y un techo de cristal que permite la constante entrada de un rayo de sol. En el interior se erige en mármol blanco italiano la figura del Apóstol. Otras seis esculturas representan las antiguas provincias del país. Los bloques rectangulares que circundan la entrada y la parte posterior señalan los 28 campamentos en los que permanecieron Máximo Gómez y José Martí, después de desembarcar por Playitas de Cajobabo, Baracoa.

Otra joya de la ciudad son los antiguos cafetales franco-haitianos —propiedad de los emigrantes que escaparon tras el estallido de la revolución en 1789, y que rodean la ciudad de Santiago—, que obtuvieron la condición de Patrimonio de la Humanidad en el año 2000 por su valor histórico y como paisaje arqueológico.

Entre los siglos XVII y XIX se establecieron estas plantaciones en las tierras que les vendieron los españoles a estos emigrantes a muy bajo precio, quienes construyeron allí enormes casas de piedra. Existen cerca de un centenar de estas fincas, sobre todo en la zona de la Gran Piedra, El Cobre, Dos Palmas y Contramaestre, que conforman un extenso cinturón cafetalero. De ellas, las más reconocidas son la finca de Santa Sofía, el Kentucky y La Isabelica, que permanece en perfecto estado de conservación en la Gran Piedra.

Tanto la vivienda doméstica como los caminos y las áreas agrícola e industrial, conforman la unidad típica cafetalera. Los cafetales constituyen notables centros de cultura arquitectónica, científica, técnica y vial.





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Alrededor del Parque Céspedes santiaguero


La que entonces fuera morada de Diego Velázquez está considerada como la construcción más antigua de Cuba, y en su tiempo fue Casa de Contratación y Fundición de la Corona. Muy cerca de ella se halla la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba, que es, asegura Omar López, «el único templo construido con categoría de catedral en la Isla. Tiene esa condición desde 1522, y fue allí donde Esteban Salas constituyó la capilla de música y nació la música cubana. Es una pieza verdaderamente singular. Está sobre un promontorio, tiene cinco naves y planta basilical. La imagen que muestra por fuera también es obra de Carlos Segrera».

En 1810 se colocó la primera piedra de la Catedral de Santiago de Cuba, obra que tomó ocho años para su terminación. El terremoto de 1852 le arruinó las naves laterales, la media naranja y las torres, así como quebró las campanas, pero su reparación fue inmediata. Fue ascendida a Basílica Menor Metropolitana en febrero de 1882. Actualmente, la Catedral tiene una superficie de 4 260 metros cuadrados.

Enfrente de esta significativa edificación está situado el Ayuntamiento, que ha jugado un papel decisivo en el devenir de Santiago, y que hoy ocupa el espacio del Cabildo de la Ciudad, que antaño fundara Diego Velázquez, y tuvo en Hernán Cortés su primer alcalde. Preparada originalmente con paredes de barro y techo de hojas de palmeras, este inmueble fue reconstruido a mediados del siglo XIX, y fue cambiando su fisonomía como consecuencia de los embates de los terremotos y otras fuerzas naturales. En 1950, dada su precaria situación, se convocó a un concurso para diseñar una edificación que fuera reflejo de la arquitectura colonial cubana. El proyecto ganador fue el de los arquitectos Eduardo Cañas Abril, Raúl Arcia Monzón y el Doctor Francisco Prats Puig, quienes se inspiraron en un proyecto no ejecutado de 1738.

Inaugurado el 18 de octubre de 1954, el Ayuntamiento es un símbolo de Santiago por su distinción. «Reproduce los códigos planimétricos, formales y compositivos coloniales, traducidos en una planta en forma de anillo, con patio interior y galerías de rodeo; cubiertas inclinadas de tejas criollas rematadas con aleros; balcones corridos sostenidos por canes; tejadillos que descansan sobre pies derechos; rejas con barrotes de madera torneadas, puertas españolas de clavos y cuarterones, óculos y arcos de medio punto. Un portal delimitado por arcadas recorre el edificio y permite una adecuada protección solar. En el centro de su fachada principal aparece un cuerpo a modo de torre mirador que imprime equilibrio y majestuosidad. Aunque su imagen se identifica con la arquitectura colonial del siglo XVIII, desde el punto de vista constructivo responde al desarrollo tecnológico más avanzado de su época».


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