Si una llamó a la América Latina, una y muy importante, consideró a las "tres Antillas hermanas", esas que, "(…) se tienden los brazos por sobre los mares y se estrechan ante el mundo, como tres tajos de un mismo corazón sangriento, como tres guardianes de la América cordial y verdadera, que sobrepujará a la América ambiciosa como tres hermanas".
En un escrito aparecido en el periódico Patria, en mayo de 1892, dedicado a homenajear al puertorriqueño Román Baldorioty Castro, Martí analiza con razones contundentes la necesaria unidad que ha de existir entre las tres grandes islas por donde comenzó la conquista de América, expresa el dilema político de Las Antillas, si libres bastión de la dignidad de Latinoamérica, si sometidas a las apetencias yanquis, punta de lanza de la ambición imperial norteamericana.
"No parece que la seguridad de las Antillas, ojeada de cerca por la codicia pujante, dependa tanto de la alianza ostentosa, en lo material insuficiente, que provocase reparo y justificara la agresión como de la unión sutil y manifiesta en todo(…) de las islas que han de sostenerse junta, o juntas desaparecer en el recuerdo de los pueblos libres"
Martí no alienta la formación de una República Antillana, sobretodo por los recelos que levantaría esta idea en las oligarquías locales y más aún en los Estados Unidos, que como bien dice él, tendría pretexto para una agresión. Pero sí las exhorta a la solidaridad y unidad "sutil y manifiesta" en "todo" para seguir siendo libres.
Desde Nueva York, sigue la política de la naciente potencia imperialista, se da cuenta de que esta expansión dominadora de la oligarquía norteamericana pasa en primer lugar por el dominio de Las Antillas, concepción que en términos geopolítico, en su época, abarcaba a las islas mayores del archipiélago caribeño, y que el peligro inminente se cernía sobre Cuba y Puerto Rico, restos del imperio colonial español.
Por eso denuncia ante los pueblos de Nuestra América y el mundo las no disimuladas pretensiones hegemónicas de los Estados Unidos:
"(…)Walker fue a Nicaragua por los Estados Unidos; por los Estados Unidos, fue López a Cuba Y ahora cuando ya no hay esclavitud con que excusarse, está en pié la liga de la Anexión; habla Allen de ayudar a la de Cuba; va Douglas a procurar la de Haití y Santo Domingo; tantea Palmer la venta de Cuba en Madrid; fomentan en Las Antillas la anexión con raíces en Washington,(…) dan cuenta incesante los diarios del norte, del progreso de la idea anexionista(…)"
La independencia de Cuba ya no es para José Martí solo un problema nacional, sino el cumplimiento de una necesidad política y social que consolidará la existencia misma de América Latina ante el peligro hegemónico que representa los Estados Unidos, ideas que quedan clara en los comentarios de la prensa yanqui de la época y que Martí cita de forma advertidora, "(…)¿En que dirección se ha de mover nuestra bandera?, dice el Sun en un artículo odioso, "sobre el norte, o sobre el sur, o sobre alguna de las Antillas?"
Ya por estos años había comenzado la intervención abierta de los Estados Unidos en los asuntos internos de los pueblos de la región, la República de Haití era víctima de estas intrigas para arrebatarle parte de su territorio y crear una base carbonera en la península de San Nicolás, cruce estratégico de los mares del Caribe. Era el antecedente de la tristemente célebre política del "Gran Garrote" que se enseñoreó por estas tierras a principio del siglo XX. Martí siguió las noticias de la intromisión de los norteamericanos en los asuntos internos de Haití y nos habla de cómo apoyaron con recursos y armas al sublevado Hipolite hasta derrocar al gobernante legítimo.
Por Cuba, por América Latina, se esfuerza Martí por lograr la unidad de los cubanos para "(…) impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América", esa es la tarea titánica que se impuso y más difícil aún fue hacerse entender por los que veían en la nación del norte el modelo posible para nuestros países.
Las Antillas son vistas por José Martí como el fiel de América, el equilibrio entre los dos conglomerados sociales desarrollados a partir de la colonización, poblados por gente muy disímil y con un desarrollo económico y social marcadamente muy diferente: al norte la nación industrializada, fuerte, autosuficiente y ambiciosa, producto de siglos de desarrollo capitalista; al sur, aletargadas y desunidas, las repúblicas románticas, fruto de la codicia usurera del español, que apenas vio en América la fuente de su enriquecimiento y destruyó culturas, trajo una oleada de esclavos y sin proponérselo creó un crisol de pueblos.
Dentro de este modelo de unidad, había una prioridad básica, la independencia de Cuba y Puerto Rico por ser "(…) indispensables para la seguridad, independencia y carácter definitivo de la familia hispanoamericana en el continente donde los vecinos de habla inglesa codician la clave de las Antillas para cerrar en ellas todo el Norte por el istmo y apretar luego con todo este peso por el Sur"
Aquella preocupación obsesiva, aquellas valientes advertencias, que no solo iban en cartas privadas, sino que también fueron escritas en artículos y ensayos periodísticos, fungieron como Oráculo americano que dejó entrever lo que ocurriría en América Latina y en las Antillas en particular, tras la intervención de los norteamericanos en la guerra de independencia de Cuba, y fue el Caribe el lago privado de las cañoneras yanquis, que ocuparon Cuba y dejaron la Enmienda Platt, convirtieron a Puerto Rico en un eufemístico Estado Libre Asociado, desembarcaron en Santo Domingo, Haití y Nicaragua, imponiendo su ley y exigiendo sus cobros; se adueñaron del istmo de Panamá y levantaron el canal interoceánico y aplicaron de forma altanera y descarada su política de conveniencia en las Repúblicas Centroamericanas convertidas en las descoloridas "Repúblicas Bananeras". Era la triste consecuencia que previó Martí con la expansión imperial y que resumió en estas palabras:
"Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo"
José Martí por la independencia de Las Antillas
LEER MÁS
CIERRE TEXTO