miércoles, 25 de febrero de 2009

Cultura mambisa y revolución (II)

Desde la revolución necesaria del 95

A cumplir la tarea pendiente del 68 convocó José Martí desde la dirección organizativa de la venidera lucha. El 24 de febrero de 1895 comenzó aquel gran esfuerzo nacional. El pensamiento martiano tuvo en la cultura del 68 sus premisas básicas. A su vez, las ideas y acciones del Maestro nacieron como pilares imprescindibles de la cultura del 95.

Durante el enfrentamiento bélico, nuevos artistas, intelectuales, profesionales y escritores se integraron al Ejército Libertador y los órganos civiles para combatir con las armas y crear obras con el único fin de obtener la definitiva soberanía nacional. Los diarios de campaña de Gómez, Martí, Bernabé Boza, José Miró Argenter, Manuel Piedra Martel, Fermín Valdés Domínguez, Enrique Loynaz del Castillo y otros, continuaron ensanchando la literatura de campaña. Desde sus visiones personales mostraron la independencia como la meta histórica a concretar; por lo que la derrota militar española era el primer requisito indispensable. Las problemáticas internas y externas de la revolución no escaparon a sus ojos. Dieron cuenta de los aciertos y desaciertos que los revolucionarios comprendieron críticamente en el bregar cotidiano. Los que vieron el fin de la guerra hicieron espacio a las ideas sobre la rara presencia norteamericana en 1898.

Los poetas no quedaron atrás. Enrique Loynaz del Castillo, Francisco Díaz Silveira, Bonifacio Byrne, Pedro Piñán de Villegas, Francisco González Marín, Luis de la Cruz Muñoz y Francisco Sellén, escribieron prosas cargadas de patriotismo a pesar de hacerlo sin un riguroso preciosismo académico. Por su parte, decimistas y repentistas cantaron a la naturaleza cubana, a la patria y sus héroes, al hombre del campo y la ciudad, a los mitos y leyendas (anécdotas o pasajes famosos) que iba forjando el independentismo.

Loynaz del Castillo fue el autor del Himno Invasor (15 de noviembre de 1895). Pero también el vicepresidente del primer Consejo de Gobierno, Bartolomé Masó, compuso un segundo himno, menos conocido, en dos estrofas. Otro aporte musical lo brindó el comandante Julián V. Sierra al componer los 36 toques de corneta que rigieron la vida en campaña. Como parte de esa producción cultural hoy sabemos que durante la revolución se editaron dentro y fuera de Cuba más de 50 periódicos proindependentistas. Patria, El Cubano Libre, La Sanidad, La República, El Boletín de la guerra, fueron algunos de ellos.

Con mayor fuerza que en la revolución del 68, las imágenes del 95 se plasmaron en varios bocetos, plumillas, caricaturas, óleos, lienzos y decenas de fotografías. El afamado pintor Armando Menocal captó hechos y figuras importantes de la contienda. Su permanencia como oficial en el Ejército Libertador durante aquellos años le posibilitó crear obras que hoy son patrimonio nacional, como su cuadro La muerte de Antonio Maceo (1908). El llamado teatro mambí escenificó momentos míticos y personalidades de la revolución.

La cultura del 95 fue hija de la del 68. Ambas aportaron obras al pensamiento político de la nación. Por ellas hoy podemos conocer las complejidades sociopolíticas de fines del siglo XIX, en las cuales Cuba tuvo que desarrollar sus luchas liberadoras. Además de cimentar las bases ideológicas de nuestro ideario revolucionario, legaron una estética, un modo de hacer y asumir la cultura cubana que, con el triunfo de 1959, se adentró en una nueva etapa hasta el presente, es decir, para reverdecer y legitimar la hegemonía revolucionaria a lo largo de estos 50 años.

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