Los que nacimos con la Revolución hemos vivido a lo largo de su historia múltiples momentos de dolor ante la prepotencia de un imperio que se empeña en destruirnos. Los menos viejos también lo conocen, pero vivirlo, compartirlo, es algo que jamás podemos olvidar.
Fue aquel 6 de octubre del año 1976 cuando una noticia espeluznante inundó los hogares de la isla: terrorista s de origen cubano hicieron estallar en pleno vuelo un avión de Cubana de Aviación frente a las costas de Barbados. Un puñado de jóvenes esgrimistas con la alegría de traer a su Patria las bien merecidas medallas de oro perdieron la vida junto al resto de la tripulación, al mar cayeron sus sueños, sus esperanzas, sus anhelos, cuando apenas comenzaban a vivir.
Las calles, las casas, los centros de trabajo, toda Cuba se vistió de luto, no hubo ser que no llorara ante tanta maldad. Fueron días difíciles en que la muerte extendió su manto para cubrir a nuestra pequeña tierra manchada una vez más con sangre inocente. Una mezcla de dolor y rabia se respiraba a cada paso, no faltó quien injuriase al imperio con alguna que otra palabra soez y me pregunto si alguien podía callar ante tanta maldad.
Hoy a 31 años de aquel abominable crimen el asesino, Luis Posada Carriles, cabecilla principal de este grupo de terroristas camina libre por las calles de Miami con la anuencia del gobierno de los Estados Unidos y sus aliados.
Nuestro aguerrido pueblo continúa consolidando su Revolución y se hace eco de las palabras pronunciadas por Fidel cuando en la despedida de duelo de los Mártires de Barbados, rodeado de un mar de gente dijera:"Cuando un pueblo enérgico y viril llora la injusticia tiembla".
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