viernes, 13 de marzo de 2009

José Antonio Echeverría


Horas antes de la gesta del 13 de marzo de 1957, José Antonio Echeverría, Presidente de la Federación Estudiantil Universitaria- FEU- y del Directorio Revolucionario, dejó escrito para la historia de Cuba esta frase, símbolo de su testamento político; "Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad".
Eran las 3 y 22 minutos de la tarde, al unísono, dos autos y un camión con la rotulación de Fast Delivery – entrega rápida- se detuvieron frente a una de las postas del Palacio Presidencial, donde a esa hora el tirano Fulgencio Batista, estaba refugiado.

Penetraron en el interior del edificio y atacaron a la guarnición militar que se replegó ante el avance y la decisión de vencer o morir de los jóvenes, casi todos estudiantes universitarios, decididos a acabar con la dictadura imperante en la isla. El objetivo básico era ajusticiar al tirano en su madriguera, pero éste avisado, huyó a través de la azotea.
Mientras se sucedían estos acontecimientos, el líder estudiantil, José Antonio Echeverría, seguido por otros combatientes, de forma simultánea, ocupaba los micrófonos de la emisora Radio Reloj para llevar a cabo una alocución al pueblo, anunciando el ajusticiamiento de Batista y el final del régimen y convocando a la insurrección nacional. Sus vibrantes y patrióticas palabras fueron:

"Pueblo de Cuba. En estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista en su propia madriguera del Palacio Presidencial, el pueblo de Cuba ha ido a ajustarles cuentas.

Y somos nosotros los del Directorio Revolucionario los que a nombre de la Revolución Cubana hemos dado el tiro de gracia a este régimen de oprobio.

Cubanos que me escuchan... Acaba de ser eliminado..."

Se interrumpe la alocución ante el aviso de proximidad de la policía, la que luego irrumpe en el local de la radio nacional, frustrando esta acción. Los revolucionarios salen del perímetro del lugar, junto a ellos, José Antonio, quien buscando llegar a la Universidad, es asesinado por sicarios del régimen, doblando la calle L, frente a los propios muros universitarios.

Ese día en la capital cubana, una nueva generación de revolucionarios, fue protagonista de una de las gestas más heroicas y trascendentes en la lucha por la liberación, luego que el golpe de estado del 10 de marzo de 1952, sumió a la Patria en humillación, muerte, corrupción y servilismo al gobierno norteamericano.

La acción estuvo en correspondencia con el compromiso suscrito en 1956 por el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de julio, en la Carta de México; aquí ambas organizaciones hacían suyas la tradición legada por los cubanos iniciadores de las gestas independentistas, desde la carga al machete de 1868.

Fueron varias las causas de que no tuviese éxito esta acción; el desigual combate por la superioridad del ejército, la no entrada- como estaba previsto- de un grupo de los asaltantes al Palacio, el desconcierto ante la huída del dictador, fueron algunos de los factores, que no contribuyeron a lograr el fin que persiguió esta proeza.

Pero aunque esta epopeya, no pudo alcanzar el triunfo, este día demostró a la dictadura y a toda la nación cubana, que los hijos dignos de este pueblo, estaban inexorablemente destinados a librar de infamia a la Patria, y mantener viva la antorcha de la independencia.

Su sacrificio no fue en vano, menos de dos años transcurrieron para convertir este revés en victoria, con el advenimiento de la Revolución Cubana, el 1ro de enero de 1959. La lealtad de estos jóvenes a Fidel y al pueblo, por el que ofrendaron su vida, es ejemplo y símbolo de la juventud cubana.

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