domingo, 28 de diciembre de 2008

Sitio de interes en Santiago de Cuba


Eran la familia Bravo Ferrer y la señora María Micaela Ibarra y Ortiz, los dueños de los terrenos donde se erigió el cementerio Santa Ifigenia, el cual, desde su apertura, acumula valores innegables que condujeron a que fuera distinguido como Monumento Nacional. En él descansan los restos mortales de hijos célebres de Cuba y el mundo como nuestro Héroe Nacional José Martí y el Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes; de los generales José Maceo, Flor Crombet y Guillermón Moncada; Mariana Grajales, madre de los Maceo; María Cabrales, esposa del Titán de Bronce. También de los reconocidos músicos y compositores Pepe Sánchez y Ñico Saquito.
Como si no bastara, en el Cementerio Santa Ifigenia aparece un grupo de tumbas de valor inestimable dentro del patrimonio cultural y material del país, las cuales son un fiel reflejo de un admirable arte funerario, donde se pueden visualizar sepulcros de las más disímiles tendencias: neoclasicismo, art decó, estilo ecléctico...

Así, por ejemplo, destaca por su singularidad el obelisco dedicado a los Mártires del Virginius —nombre con que se conoce a los patriotas fusilados en esta ciudad en noviembre de 1873, tras el apresamiento por los españoles del vapor en que viajaban para desembarcar en la Isla y unirse a los mambises—; pero el más sobresaliente es el Mausoleo a José Martí y Pérez, que recibió definitivamente al Maestro el 30 de junio de 1951.

La construcción del Mausoleo duró cuatro años y fue responsabilidad del escultor Mario Santí y del arquitecto Jaime Benavent. Las piedras que se emplearon llegaron de dos canteras de La Habana, mientras que los mármoles se enviaron de la finca El Abra.

El monumento muestra seis arcadas y un techo de cristal que permite la constante entrada de un rayo de sol. En el interior se erige en mármol blanco italiano la figura del Apóstol. Otras seis esculturas representan las antiguas provincias del país. Los bloques rectangulares que circundan la entrada y la parte posterior señalan los 28 campamentos en los que permanecieron Máximo Gómez y José Martí, después de desembarcar por Playitas de Cajobabo, Baracoa.

Otra joya de la ciudad son los antiguos cafetales franco-haitianos —propiedad de los emigrantes que escaparon tras el estallido de la revolución en 1789, y que rodean la ciudad de Santiago—, que obtuvieron la condición de Patrimonio de la Humanidad en el año 2000 por su valor histórico y como paisaje arqueológico.

Entre los siglos XVII y XIX se establecieron estas plantaciones en las tierras que les vendieron los españoles a estos emigrantes a muy bajo precio, quienes construyeron allí enormes casas de piedra. Existen cerca de un centenar de estas fincas, sobre todo en la zona de la Gran Piedra, El Cobre, Dos Palmas y Contramaestre, que conforman un extenso cinturón cafetalero. De ellas, las más reconocidas son la finca de Santa Sofía, el Kentucky y La Isabelica, que permanece en perfecto estado de conservación en la Gran Piedra.

Tanto la vivienda doméstica como los caminos y las áreas agrícola e industrial, conforman la unidad típica cafetalera. Los cafetales constituyen notables centros de cultura arquitectónica, científica, técnica y vial.




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