Se cumplirán 50 años de la entrada triunfal del Ejército Rebelde en la ciudad de Santiago de Cuba el primero de enero de 1959, dirigido por su fundador, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. La heroica capital del oriente cubano de aquellos días, se coronó de una fiesta de extraordinarios ribetes de patriotismo y también de dolor por los ausentes fallecidos en la guerra civil. Fueron momentos irrepetibles no solo para esta ciudad, sino para el pueblo de Cuba.
Su emblema de rebelde ayer, hospitalaria hoy, heroica siempre, la colocan como aquellas urbes de la antigüedad defendidas por sus ciudadanos.
Desde esta ciudad partió Hernán Cortés para someter al pueblo azteca e iniciar el imperio español su implantación mediante la conquista sangrienta, la guerra de los vencedores hispanos contra los aborígenes vencidos.
La ciudad donde vieron la gloria lírica un José María Heredia y una Luisa Pérez de Zambrana. Donde nacieron o depositaron sus cenizas, los héroes de las guerras por la Independencia: Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria; José Martí, el Héroe Nacional y tantos combatientes que harían una larga lista.
Y cómo olvidar a los más recientes, desde Renato Guitart hasta Frank País, José Tey, Josué País, René Ramos Latour, Otto Parellada, Tony Alomá, William Soler.
Algunos historiadores catalogan a generales de las tres guerras por la independencia como nacidos en Santiago de Cuba, aunque vieran la luz, por ejemplo en El Cobre. De todas formas queremos magnificar el heroísmo sin fronteras, en toda su grandeza y apartarnos de cualquier error humano. Lo que interesa es homogeneizar la historicidad de un puñado de hombres que supieron representar con su lealtad y heroísmo, los deseos de un pueblo.
Su grandeza la legaron como herencia cívica y patriótica a las otras generaciones de cubanos, al punto de convertirla como su más limpia y pragmática riqueza material y espiritual.
De acuerdo con la división política-administrativa de la colonia española, el ámbito territorial de Santiago de Cuba, la ciudad cabecera, dio a la Patria un grupo de generales desde la Guerra de los Diez Años (1868-1878), la llamada Chiquita (1879) y la de Independencia de 1895.
La nomenclatura del Ejército Libertador, aprobada en la Asamblea de Guáimaro fue: mayor general y general de brigada. En la guerra del 95 se llamaban generales de división y de brigada.
Aquellos generales del 68 y del 95, nacidos en Santiago de Cuba y de acuerdo a las investigaciones son:
Antonio Maceo Grajales, Guillermo Moncada, Donato del Mármol Tamayo, José María Rodríguez Rodríguez (Mayía), José Quintino Bandera Betancourt, Demetrio Castillo Duany, Francisco Muñoz Rubalcaba, Francisco Sánchez Hechavarría, Francisco Sánchez Betancourt, Bernardo Camacho Olazagasti, Joaquín Castillo Duany, Enrique Collazo Tejada, Tomás Collazo Tejada, Tomás Padró Sánchez-Griñán, Francisco Pérez Garoz, Joaquín Planas Ulloa, Vicente Pujals Puente, Mariano Sánchez Vaillant, Martín Torres González, Porfirio Valiente del Monte, Limbano Sánchez Rodríguez, Arcadio Leyte Vidal Inarra, José Medina Prudentes, Leonardo del Mármol Tamayo, Francisco Javier Cisneros Correa, Pío Rosado Lorié, Rafael María Portuondo Tamayo, Luis Bonne Bonne.
Puede que falte alguno, pero de todas formas le rendimos homenaje a estos hombres que con acento indeleble de heroicidad, dan nombre a la Carretera Central, desde la Avenida Victoriano Garzón hasta Loma de Quintero, se le bautizó, antes del triunfo de la Revolución cubana en 1959, como la Avenida de los Libertadores. Otros, quisieron ponerle Avenida de los Generales, pero primó el de Los Libertadores. En este tramo se encuentran el Cuartel Moncada, el hospital General Saturnino Lora y la Audiencia, lugares históricos por los sucesos del 26 de julio de 1953.
Esta iniciativa se debió a las instituciones cívicas, culturales, educacionales y de gobierno del municipio santiaguero.
Los bustos de los generales se debieron a la escultora santiaguera Teresa Sagaró, realizados en bronce. Ella pasó mucho tiempo en la búsqueda de fotografías y grabados de los patriotas, a fin de darles el mejor acabado a su obra.
La ciudad guarda respeto y admiración por tales hombres. Los hubo blancos, mulatos y negros. Todos se fundieron en un solo haz y ese contingente, en gran parte, llevó a cabo la Invasión de Oriente a Occidente, bajo el mando del Lugarteniente General Antonio Maceo.
El conocido historiador santiaguero Juan María Ravelo escribió un libro que tituló La Ciudad de la Historia y la guerra del 95. Ahora habrá que agregarle: La ciudad de la Historia y de la lucha de liberación desde 1953 a 1959.
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Hace 6 meses
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