El 28 de enero de 1853 nace en La Habana José Julián Martí Pérez. Cuba era la más preciada reliquia que le quedaba al dominio español, casi toda la América Latina se había quitado las cadenas de la metrópoli decadente; Martí, hijo de españoles, tuvo como maestro a uno de los independentistas más connotados de la antigua Habana, que le supo inculcar al joven Pepe el amor a su tierra y despertando así el espíritu rebelde, liberador e independentista que acompañó a Martí hasta el día de su muerte. Su padre, don Mariano, al notar la rebeldía de su hijo advirtió que no dudaba ver a su único hijo varón luchando por su Patria.
Su lucha provocó la cólera de España que a los 15 años lo tuvo como prisionero, un año más tarde Martí es desterrado y comienza el continuo peregrinaje por España y las Américas. Estudió letras y derecho, escribió en periódicos y revistas de la época, ganó el aprecio de los pueblos y el desprecio de la oligarquía latinoamericana que llegó a atentar contra su vida.
Bien conocidas son las obras martianas, sus Versos Sencillos, Versos Libres, el poemario Ismaelillo (dedicado a su hijo), las cuatro ediciones de la revista La Edad de Oro dedicada a los niños de América, sus cartas y el resto de su obra recopilada en varios tomos de Obras Completas constituyen el testamento literario legado por Martí a las venideras generaciones. Martí fue algo más que obras literarias; Martí fue capaz de escribir críticas de arte al estilo del mejor crítico de su época, escritor de obras de teatro y novelas, fue cronista deportivo, advirtió los peligros que en el siglo XIX amenazaban la naturaleza y fue también traductor, porque Martí dominó a la perfección varios idiomas.
Pero vale la pena saber también que José Martí fue un hombre enfermo, su salud fue muy frágil. Amigo de los amigos, predicador de la paz, el amor, la amistad y el respeto a la humanidad, respetó a los enemigos y adversarios y fue sobre todo enemigo de la traición y la cobardía. Martí fue buen hijo, buen hermano de 7 chicas; hermano mayor, no tuvo un hermano varón pero orgulloso anduvo cada vez que llevó de paseo a sus siete pequeñas hermanas por la Alameda de Paula, algunas murieron siendo niñas o adolescentes, las que llegaron a la adultez mantuvieron constante comunicación con Martí. Adolescente y joven, humano al fin, conoció el amor y los desamores, el apasionado José Martí fue admirador de las mujeres bellas, tuvo varios romances, dejó ramos de flores y notas perfumadas en los camerinos de las más famosas cantantes, bailarinas y actrices de las cortes europeas, todo un galán, un apasionado, eterno enamorado de las mujeres. Echó raíces con la cubana Carmen Zayas, la conoció en México, en uno de sus acostumbrados viajes; amó mucho a su esposa pero su lucha por la causa cubana no hizo de él un buen esposo. Del matrimonio nació José Francisco (Ismaelillo) que puso a prueba los instintos paternales de Martí, Carmen no soportó la lejanía y terminó abandonando a un incomprendido José Martí que continuó confesándole su amo.
Sus constantes viajes por América Latina y Estados Unidos despiertan en Martí su sentir latinoamericanista. Desde ese momento su lucha no solo fue por independizar a Cuba, sino por aunar a la América que había logrado la independencia de España y así hacer frente a las intensiones expansionistas de Estados Unidos. Advirtió la necesidad de la unidad para salir victorioso no solo en las guerras y en la política, sino en las artes, las ciencias, incluso, en el deporte.
Preparó pacientemente una guerra a partir de los errores cometido en la anterior gesta iniciada el 10 de octubre de 1868. El 24 de febrero de 1895 inicio la guerra que como bien llamo Martí era Necesaria, a pesar de las delaciones que provocaron el confisco por parte de las autoridades de Estados Unidos de una embarcación que llevaba hacia Cuba armas y municiones. La traición dolió pero no fue razón para dejar caer las banderas de la libertad y la definitiva independencia. Viajó en una pequeña embarcación desde la isla La Española hacia el extremo oriental de la isla de Cuba, atravesando el tempestuoso Paso de los Vientos, desembarcó por la playita de Cajobabo el 11 de abril de 1895 incorporándose como un soldado más a la guerra que el mismo preparó.
Decir que Martí murió el 19 de mayo de 1895, en su primer combate no es cierto. Martí había la inmortalidad minutos antes de existir físicamente mientras redactaba la Carta Inconclusa. Sus ideas nunca fueron olvidadas. Los cubanos recordaron sus versos sencillos e hicieron cumplir su voluntad:
"Yo quiero cuando me muera
Sin Patria pero sin amo
Tener en mi losa un ramo
De flores y una bandera"
Martí no está ni olvidado ni muerto, vive hoy más que nunca, porque como el mismo expresó: "La muerte no es verdad si se ha cumplido bien con la obra de la vida".
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Hace 6 meses
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