Debemos estar conscientes de que el virus del sida existe, la epidemia se mantiene en continuo crecimiento, las terapéuticas actuales prolongan la vida pero no curan la enfermedad, y al ser una infección vinculada en lo esencial al comportamiento sexual de las personas, es de nuestra estricta responsabilidad asumir o no conductas de riesgo.
En esencia, en este Día Mundial de Respuesta a la Epidemia de VIH-SIDA, es lo que quiere destacar un experto en el tema, el Máster Manuel Hernández Fernández, del área de Comunicación Social del Centro Nacional de Prevención de las ITS-VIH-SIDA, del Ministerio de Salud Pública.
Refiere que investigaciones realizadas dan cuenta de que son altos los niveles de conocimiento de la población en cuanto a cómo prevenir el Virus de Inmunodeficiencia Humana. Sin embargo, una gran mayoría de las personas encuestadas entre los 15 y 49 años no perciben el riesgo de que ellas puedan contraer el virus. También se aprecian creencias erróneas en cuanto a las vías de transmisión de esta enfermedad.
Los fluidos corporales que comprobadamente pueden transmitir el VIH son la sangre, el semen, las secreciones vaginales y la leche materna, y la vía de infección que origina el mayor número de casos es la sexual.
No hay estudios epidemiológicos que demuestren que el virus se transmita mediante un beso o el sudor, como tampoco existen evidencias de infección a través de insectos, ni de alimentos, vajilla, platos, cubiertos, uso común de piscinas, servicios sanitarios, toallas, ropas de cama. Por ello, es posible convivir con personas seropositivas al VIH sin que representen riesgo alguno para quienes les rodeen.
Desde 1986 y hasta el pasado 18 de noviembre han sido diagnosticadas en nuestro país 10 454 personas portadoras del virus, de las cuales 3 910 han enfermado de sida. Actualmente 8 607 pacientes viven con VIH o sida y todos los que son tributarios de las terapéuticas antirretrovirales, de acuerdo con las recomendaciones internacionales, reciben gratuitamente el tratamiento.
Del total de casos diagnosticados, alrededor de un 80% son del sexo masculino, los cuales, mayoritariamente, son hombres que tienen sexo con otros hombres, preferencia sexual que reviste un peligro mayor de transmisión del virus, fundamentalmente por prácticas sexuales anales sin protección.
Hasta que la ciencia no logre derrotar a este mortal virus, mediante una vacuna protectora o la cura de la enfermedad, lo esencial seguirá siendo promover el sexo protegido: una relación de pareja estable y donde predomine la fidelidad, o la utilización de barreras de protección (preservativos) cuando no estén presentes ni la fidelidad ni la estabilidad.
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